martes, 27 de febrero de 2007

Desvaríos poéticos

¿es esto un páramo... o un paraíso?
indudablemente, paraíso... nadie habla
bien puede ser el cadalso... todos callan
o el espejo donde me miro sin ver... nada


qué fragilidad desnuda el espacio vacío,
casi aterido / herido de muerte.
finalmente todo se transforma en un monólogo,
intento desesperado por trascenderse a uno mismo
antes que escucharse y mirarse bien,
bien adentro los rincones,
trascenderse a uno y a los otros...

el centro siempre debe ser uno...
uno y el ombligo del mundo transmutados en uno yoico
puro yo / todo yo / ellos yo / nosotros yo / ustedes yo / yo yo /
el mundo yo / universo yo / digo ellos pero hago yo /
muero ellos y vivo yo
YO con mayúsculas para que ningún distraido se confunda
YO con bordes de colores para que nadie dude que soy yo. Soy YO
YOOOOOOOOO en alarido que parte el desierto
como una daga de hielo
que no es otro yo que el que intenta
ferozmente que algo o alguien la hunda
en lo más profundo de su centro
y lo expulse de sí / lo abandone en el exilio de sí
y derrame con vino tinto el hueco
que alguna vez habitó ese yo destronado de sí,
errante y vagabundo por espacios ajenos,
que espía detrás de las cortinas la vida
que estalla en el amor / el erotismo
contenido en las almas / cuerpos de los otros
a la espera de que algo o alguien
lo ayude a encontrar sentido otra vez
a su existencia

¿hay alguien allí ????!!!!
de este lado sí.
alguien que espera en compañía
de una copa de vino tinto bonarda-malbec,
que espera lo que jamás llegará
y que las copas de vino tinto bonarda-malbec
se encargan de adormecer

¿espera el que espera o... es pera o... es perra?
¿espera la sentencia que presiente inevitable?
¿agoniza en la espera o es una agonía la espera?

- A m a t i s t A -

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miércoles, 21 de febrero de 2007

La fuga

Bulle la sangre. Se agita, se agolpa, presiona, apretuja en las puertas del cerebro. Se cuela por algunos intersticios distraidos que se abren como las ostras cuando hierven en esa playa que vive a salvo de invasiones mundanas. Esa, la que guarda intacto el amanecer del primer día del mundo. Esa, la que me adormece. Esa, la que me alcoholiza con la pesadez brutal de su silencio y me desnuda de mi sin escapatoria, mientras la pantalla a mi espalda escupe revitalizante para la piel oxidada que se cae a pedazos, como una máscara que se derrite y se vengó para siempre: ya no ríe...

Y la búsqueda frenética, ciega -otro escape hacia ningún otro lugar??!!!- que sostenga la ilusión de que existe y me espera tibiecito, protege, calma, suaviza, alienta, cobija, desafía... como un salvoconducto que me fuga, esta vez sí, hacia un lugar cierto, posible...


- A m a t i s t A -

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